miércoles, 28 de diciembre de 2011

Confesiones de una Mujer Pechugona

Me impresiona la obsesión que muchas mujeres tienen hoy en día por tener los pechos más grandes. Lo puedo entender cuando la chica en cuestión es más plana que tabla de planchar, lo que debe ser tan complicado como tener demasiadas pechugas -finalmente, los extremos siempre generan problemas-, pero he visto a mujeres con una talla de sostén bastante razonable y acorde a su contextura y que aún así quieren agrandar su busto. A todas ellas les cuento, ser pechugona en este país no es fácil. Seguramente no lo es en ninguno, pero a mí me tocó vivir aquí, así que de eso pienso escribir.

De partida, caminar por la calle en verano es una tarea desafiante. Toooodoooo el muuuundoooo tiene alguna opinión sobre tus pechos, y simplemente TIENEN que decirla en voz alta. Si yo veo a un tipo horrible con cara de sapo, puede que piense "puta el weón feo" pero NO LO DIGO EN VOZ ALTA. ¿Por qué? Porque quizás lo que estoy pensando podría herir susceptibilidades. No entiendo por qué los hombres chilenos no son capaces de tener la misma deferencia conmigo. Supongo que creen que comentar las formas de mi cuerpo es algo divertido o que yo me deleitaré con esas joyas de ingenio y elogios que en muchas ocasiones un niño de octavo básico podría superar. Cualquiera que sea el caso, hay días en los que escuchas tantas cosas que, por lo bajo, cansa. Sí, claro, a veces andas de buenas y te ríes, pero si te pillan de malas bien puede ser la gota que rebalsa el vaso de un largo y difícil día. Recuerdo una vez que salí a la calle llorando -sí, llorando- después de una pelea familiar, y aún así me dijeron cosas -prueba de que nadie me estaba mirando la cara, precisamente-. Y contestarlas no vale la pena. El escenario en el que respondes algo desafiante e ingenioso y los tipos se quedan callados sin saber qué contestarte rara vez ocurre. Generalmente, tu desafío o tu parada de carros solo les da risa. Es que para entender que te hacen sentir mal deberían tener una empatía que, de tenerla, los habría llevado a evitar a hacer su comentario en primer lugar, entonces pierdes el tiempo y fijo que terminas más enojada. Mejor subir el volumen al mp3 o a la música en su celular (con audífonos, porfa) y seguir de largo.

Segundo, los extremos no son buenos. Eso todo el mundo lo dice. Existe un imaginario colectivo en el que una mujer pechugona es un imán de hombres. Bueno, si usted cree eso, lo corrijo, una mujer pechugona es un imán de calientes. Y como describí en el punto anterior, muchas veces no es agradable ni halagador -soy de las que consideran que un halago es que te digan que te ves linda, no que tienes las tremendas tetas-. Y luego, no falta ese tipo intelectual medio artístico que te resultó interesante y al que estabas haciéndole ojitos hasta que se mandó la frase en la que le dice a una mina medio anoréxica que a él no le gustan las minas con demasiada pechuga, que encuentra mucho más atractiva a una mina con menos. Y hasta ahí no más llegaste. Te encuentras mirándote tus propios pechos con cara de frustración y sintiéndote un poquito alienígena. Y no me digan que se trata de aceptarse a una misma y tener buena autoestima y celebrar el cuerpo que te tocó. Por más que me quiera a mí misma, cuando una blusa no me cierra por culpa de las boobies o me duelen los hombros porque el sostén dejó una pulenta marca roja en ellos después de un largo día, no hay amor propio que no me haga sentir que a la naturaleza se le pasó la mano conmigo. ¿Un poquito menos era tanto pedir?

Tercero, la ropa. Siempre miraré con envidia a las mujeres que pueden andar con la parte de arriba del bikini amarrada alrededor del cuello en vez de un sostén. Para serles honesta, yo ni siquiera en la playa me puedo dar el lujo de usar un bikini así. Es asesino para mi cuello y en menos de media hora el dolor será fatal. Con eso, olvídate de usar alguna vez cualquier prenda strapless. Existen los sostenes strapless pero simplemente no me quedan, se me ven las tetas a la altura de la cintura y es súper incómodo. ¿Y conocen el corte imperio? Son esas poleras o vestidos que tienen una línea divisoria justo debajo de las pechugas. Adivinen qué, nunca me queda donde debe quedar y considero que usarlos aunque no te queden donde deben, es simplemente un grave error estético. Ahhh, y las blusas demasiado sueltas tampoco se ven bien. Te ves del ancho de tus pechugas, y si tienes cintura -afortunadamente tengo- ésta se pierde y el resulltado es que te ves más gorda de lo que eres. Así que nada muy suelto, pero tampoco muy apretado a menos que quieras ser cuasi violada en la calle, y lo mismo pasa con el escote: no puede ser un cuello muy cerrado o las pecguhas se te ven demasiado abajo y se ve mal, de hecho, en ese sentido es mejor -irónicamente- usar un escote más pronunciado que en términos estéticos seguramente te beneficiará más, pero la idea tampoco es parecer puta. Finalmente, terminas balanceando una serie de factores y limitando terriblemente la ropa que vale la pena probarte en una tienda. Esto tiene su lado bueno, claro, con el tiempo conoces tu cuerpo y no pierdes el tiempo probándote cosas que sabes que no te quedarán bien. Pero siempre hay alguna vendedora que insiste en que te pruebes un sostén con el que sabes que será imposible correr para alcanzar la micro. Mejor ignorarlas a ellas.

Cuarto, casi nadie te mira a los ojos. Esto, tengo que confesar que me resulta relativamente divertido -no todo podía ser tan malo-. Es particularmente gracioso cuando alguien te está mirando el escote, digamos en el ascensor, y de pronto subes una bolsa que tienes en la mano, la pones a la altura de tu pecho, y le bloqueas la visual. Entonces, es muy probable que el tipo bruscamente mire hacia otro lado, y si te llega a mirar a la cara, le frunces el ceño con cara de "¿qué weá?" y seguro que se pone rojo como tomate y comienza a mirar el suelo. Si no lo ha hecho todavía, amiga pechugona, hágalo, le aseguro risas. Si no hay una bolsa cerca, también sirve la cartera, la mochila, o simplemente la mano. Sí, tápese el escote con la mano. Esto es más descarado, por ende seguramente obtendrá resultados más dramático.



Bueno, finalmente, para no sonar muy negativa, quiero indicar que un buen escote con la ropa correcta, es en mi opinión algo muy atractivo, y lucirlo como corresponde es un arte. Si usted que me lee también goza de atributos prominentes, hágame caso, dése el tiempo de buscar la polera o el vestido preciso a la hora de salir de compras, ése que la beneficia pero tampoco revela demasiado, y llévelo con orgullo. Si le hacen comentarios inadecuados, ignórelos, usted sabe que se ve regia, y si igual anda bajoneada, pregúntele a un macho de confianza que qué tal se le ven las tetas, y seguro que se gana por lo menos una expresión o un comentario chistoso que le logra sacar alguna sonrisa y le sube el ánimo. Si al final, nada es tan grave.

viernes, 23 de septiembre de 2011

El día después de las pesadillas

Te despiertas y por unos momentos no te acuerdas de nada salvo que dormiste mal. Te levantas, te bañas, te peinas, tomas desayuno y comienzas las labores del día.

De pronto, sin previo aviso, alguien dice algo o quizás ves algo y lo recuerdas de golpe. Aquello que soñaste, el haber despertado angustiada en medio de la noche, sin terminar de distinguir lo onírico y lo real, el terror todavía invadiéndote, y sin embargo con un extraño alivio que crece a medida que gradualmente comprendes que solo fue un sueño, que nada era real. ¿O sí lo era?

Eso es lo que te persigue en la vigilia. La duda que te corroe. Cuánto del sueño era solo una pesadilla a la cual no debes prestarle demasiada atención, y cuánto es tu inconsciente intentando decirte algo. Qué temas siguen pendientes, a qué problemas aún no les has dado solución, que vuelven a acosarte en sueños, con esa pesadilla reiterativa que conoces tan bien y que, sin embargo, creías haber dejado atrás, como tantas otras cosas de ese equipaje de las que intentas deshacerte para hacerlo más liviano con el paso de los años y a veces sólo parece hacerse más pesado.

Hay que soltar, dejar atrás. Pero dejar atrás no es olvidar, solo seguir caminando, concentrándose en el presente, soltando las ataduras. Recordar, de vez en cuando, cuando lo amerite, pero saber que son solo recuerdos, ya no fantasmas que te persiguen ni cargas cuyo peso se acumula sobre tus hombros.

Y de pronto, el cansancio. Quizás solo porque no dormiste bien la noche anterior, o quizás por todos esos años intentando solucionar cosas, creyendo que por fin las estabas solucionando, que comenzabas a ver la luz, para que una sombra enorme aparezca en tu camino. Pero es solo eso, una sombra, una nube surcando el cielo de un día que por lo demás es mayoritariamente soleado. Pero la ves y te recuerda tantas tormentas anteriores, tormentas que preferirías olvidar. Pero dejar atrás no es olvidar. No hay que olvidar, solo seguir caminando.

Caminas, avanzas. La nube pasa, la sombra desaparece. Sabes que seguirá acechando. Que debes seguir trabajando en muchas cosas, esforzándote, tomando decisiones, generando cambios. Que hay cansancio, pero también una recompensa. Un sueño libre de pesadillas, o pesadillas que comienzan a convertirse en sueños ya no tan angustiantes, de los que no te despiertas gritando en el medio de la noche, de los que te despiertas y te das cuenta que esta vez el final fue diferente, mejor. Que el trabajo no es en vano, que ves la salida, y las nubes cada vez más lejos. Que las soltaste, las dejaste atrás, al igual que el mal sueño...



"If I look back, I'm lost" - Daenerys Targaryen, Game of Thrones.

viernes, 9 de septiembre de 2011

¿Qué ven en el mundo?

Independiente de lo que digan de U2, a mí me gustan. Pueden alegar que son fomes, o sobre el activismo para la foto de Bono, sin embargo hace varios años ya a mí me cautivaron. Mi álbum favorito de ellos se llama "All that you can't leave behind". Lo que más me gustó de las canciones de este álbum fueron las letras. Las escuchaba en un período difícil de mi vida. De esos momentos en los que solo quieres darte por vencido, pero sabes que no puedes, así que te esfuerzas por seguir adelante, aunque no le veas el sentido, porque sabes que no te queda otra. Y en ese entonces, escuchaba el disco y se me llenaba los ojos de lágrimas. Sentía como si todas las canciones hubiesen sido escritas especialmente para mí, en ese momento específico de mi vida.

Hace poco me reencontré con ese álbum. Lo pillé entre un lote de CDs que tengo y se me ocurrió escucharlo. Recordaba con particular cariño canciones como "Walk On", que me alentaban a seguir adelante cuando estaba mal. Pero oyéndolo, pillé una canción de la cual inicialmente no me acordaba. Se llama "When I look at the world", y tiene una letra que me dejó pensando. Dice algo así:

"When you look at the world
What is it that you see?
People find all kinds of things
That bring them to their knees"

Me quedé pensando en qué veo cuando miro el mundo, y la vida en general. Esto me da vueltas desde hace algún tiempo. Lo cierto es que veo caos. Veo un enorme sinsentido al cual luchamos por darle algún sentido y, sin embargo, muchas veces fallamos. Hay hechos, tragedias horribles, eventos que te quitan el aliento, a los cuales simplemente no puedo darles sentido. Creo que todos, finalmente, luchamos por intentar darle sentido solo a nuestra propia vida, lo único que podemos controlar en la medida de lo posible. Intentamos darle sentido amando a alguien -no me refiero solo al amor romántico-, compartiendo con nuestros seres queridos, ayudando a alguien, haciendo algo que nos apasiona, intentando aprender y crecer o en algunos casos simplemente intentando pasarla bien, disfrutar el viaje.

Recuerdo ciertas cosas. La tragedia ocurrida hace poco, el avión que se estrelló y las vidas que se perdieron. Como falleció en un accidente la esposa de un conocido muy cercano a varios amigos míos y la profunda desolación de quienes la conocieron y amaron. La muerte de la esposa de un profesor de la universidad, que dejó a 3 hijos, uno de ellos recién nacido. Pienso en mi papá. Pienso en lo que le ocurrió a mi mamá. Pienso en la historia de una amiga, que cuando me la contó, le dije de todo corazón "lo que te pasó no debería pasarle a nadie". Pienso en el terremoto y en cómo hubo gente que lo perdió todo, no solo lo material sino también a sus seres queridos. Pienso en las terribles situaciones sobre las cuales leía en Reuters, en las noticias que me tocaba ver: guerras civiles, crisis humanitarias, hambruna, violaciones a los derechos humanos, violencia y situaciones desesperadas en países que apenas somos capaces de señalar en un mapa.

Pienso en todo esto, y no le encuentro sentido. Confirma mi hipótesis del caos. Lamentablemente ya no soy una persona religiosa y no le encuentro ese sentido de que el dolor ennoblece o que son pruebas de Dios para fortalecer nuestro espíritu. Creo realmente que el mundo es un caos, como un huracán que avanza sin un camino fijo trazado, no sabes dónde va a azotar ni cuándo puede que te golpee a ti o a alguien a quien amas. Sin embargo, creo firmemente que el sentido podemos dárselo nosotros. No podemos buscarlo en aquello que no podemos controlar, debemos darle forma mediante nuestras propias acciones. Veo gente que todavía se juega la vida por un ideal, y siento que eso es lo que están haciendo: dándole sentido al menos a sus propias vidas, y ayudándonos al resto a sentir que soñar vale la pena.

Veo a gente que lucha por aquello en lo que cree, gente con convicciones, gente que ayuda desinteresadamente, gente que sueña con cambiar el mundo y no acepta un "es imposible" por respuesta. Y la historia nos cuenta sobre muchos sueños e ideales que salieron mal y se convirtieron en lo contrario a aquello con lo cual se soñaba. La libertad se convirtió en opresión y los sueños se volvieron pesadillas. Pero de vez en cuando quiero creer que el mundo ha cambiado para mejor, y que la misma historia, vista desde otra perspectiva, también lo prueba. Ya no hay esclavitud, hay una mayor (aunque no total) igualdad de derechos, hay más democracias y menos tiranías, hay mayor acceso a la información. Y sin duda aún queda mucho por mejorar. Y eso es lo que quiero ver en el mundo, no solo el caos, sino también las posibilidades. Las infinitas posibilidades, no solo en el mundo, sino en cada una de nuestras vidas.

Y ustedes, ¿qué ven en el mundo y qué quisieran ver?

Foto tomada por mí en una marcha. Más en Flickr.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Radiografía de la Tragedia

El viernes 2 de septiembre por la tarde, una terrible tragedia golpeó a nuestro país. Una avioneta, camino al Archipiélago de Juan Fernández, se perdió. En ella viajaban 21 personas, una de ellas un conocido animador de un popular matinal de la televisión chilena, Felipe Camiroaga. Pronto se descubrió que se habría estrellado en el mar y que no habían sobrevivientes.

Varias explicaciones se han intentado dar al por qué ocurrió este horrible accidente. Hay quienes dicen que la culpa fue de los vientos o las condiciones metereológicas del momento en el que la avioneta tenía previsto aterrizar. Otros alegan que no había suficiente combustible para que la nave regresara al continente, como debió haberlo hecho al fallar en sus intentos de aterrizaje. Algunos han señalado la falta de experiencia de la piloto. Sin duda, solo una cosa es innegable, que fue una espantosa tragedia, como lo son todos los accidentes en los que hay víctimas fatales. El hombre pone su confianza ciegamente en la tecnología y en aquellos que la manejan, y sin embargo a veces falla, sorprendiéndonos a todos, poniendo fin a vidas que esperábamos que duraran mucho más, cambiando las vidas de los seres amados de las víctimas, que los sobreviven y lloran su inesperada pérdida. Todo esto es terrible, y creo que hay consenso generalizado en ello. Pero de vez en cuando salen a la luz algunas voces discordantes.

Ya he leído en las redes sociales este tipo de comentarios. Burlas a la gente que se ha sentido conmovida por la tragedia, críticas al hecho de que se le dé mayor relevancia solo por el hecho de que había figuras públicas involucradas en el accidente, etc. Y sobre esto es que quisiera ahondar y tratar un par de puntos:

- Fallece gente todos los días por causas horribles, como los niños que mueren de hambre en Africa. ¿significa esto que está mal sentirse conmovido por las personas que murieron en un avión? ¿Hace esto menos digna de asombro la tragedia actual? Mi opinión es que no. Lo cierto es que la gente debería tener más conciencia y mayor sensibilidad ante las realidades ajenas a la nuestra, en la que espantosos hechos ocurren en el día a día, y tratar de poner su granito de arena para ayudar a solucionarlas, no menos. Desde mi perspectiva, al mundo en general le hace falta un poco más de empatía hacia ciertas situaciones y no menos. Que hayan cosas terribles ocurriendo en el mundo a cada momento no debiese restarle importancia a un hecho desafortunado ocurrido que ahora vemos en nuestras pantallas, no lo hace digno de burlas ni de menosprecio. Creo que se puede pedir mayor comprensión ante otras tragedias sin restarle importancia a ésta. ¿Por qué una cosa debe ir en desmedro de la otra?

- Las personas famosas hacen que el público sienta mayor cercanía a la tragedia. Pueden criticar esto todo lo que quieran y no por eso será menos cierto. ¿Es por eso algo malo? No necesariamente. ¿Es una lata? Muy posiblemente. Claro que entiendo que a alguien le dé rabia sentir que a una tragedia se le pone atención solo porque hay alguna figura pública involucrada. Claro que entiendo que alguien pueda terminar hastiado de los homenajes y los elogios a fallecidos que no se le dan a gente anónima que muere en accidentes igual o aún más horribles. Pero es inevitable. Para mucha gente es más tangible, por decirlo de alguna manera, la muerte de un rostro al cual veían todos los días en televisión y que ahora ya no verán más, que el de un N.N. Es lógico. ¿Nosotros sentimos la misma sensibilidad por esa persona X que seguramente en este minuto está falleciendo en un accidente automovilístico en Madagascar que la que sentiríamos si nos dicen que murió nuestro músico, actor, cineasta o escritor favorito en un accidente? Seguramente no. En vez de criticar tanto el hecho de que mucha gente le dé más atención a esta tragedia por el hecho de que hay un famoso involucrado, creo que es mejor ver si se puede sacar algo bueno de eso, como poner énfasis en la seguridad aeronáutica ahora que todo el mundo está hablando del tema.

- El morbo de los medios. Ok, sobre esto no tengo nada qué explicar o "defender". El morbo vende, por lo tanto los medios lo explotan al máximo con las tragedias. ¿O me van a decir que ya se olvidaron de ciertos patéticos espectáculos televisivos transmitidos en relación al terremoto del año pasado o al rescate de los mineros? Sería maravilloso vivir en un país, o en un universo pues esto no es algo exclusivo de Chile, donde los temas sensibles se tratan con el respeto que se merecen siempre, pero lamentablemente parece que el respeto no aumenta el rating. Creo que lo mejor que se puede hacer en estos casos es cambiar el canal cuando se ve que el tema se está manoseando y manipulando de una manera irrespetuosa y morbosa. Y si no tienen cable, apaguen la TV y lean un libro o jueguen con sus hijos (si los tienen), seguramente será mucho más gratificante que ver televisión de todos modos.


Como sea, fue una horrible tragedia que esperamos que no se repita. Y si, con ella, se puso a pensar en la fragilidad de la vida y los horribles sucesos que ocurren a diario en distintas partes del mundo, aproveche y haga una buena acción, done algo de plata a la Cruz Roja o a UNICEF, vea si le tinca participar en algo de trabajo social y no se haga el leso solo criticando a los demás sin hacer nada. A todos nos hace bien ayudar un poco al prójimo de vez en cuando.

domingo, 28 de agosto de 2011

1.800 Horas por la Educación

Hace algunos años que parece que el "running" o las corridas se pusieron de moda en Chile. Hay cada vez más, y ya sabemos que en primavera y otoño es temporada de corridas en Santiago, mientras que en el verano, éstas se trasladan a zonas playeras o regiones. He visto corridas por algunas causas -como el cáncer de mamás- o auspiciadas por diversas marcas o instituciones. Algunas son de 5k, de 10k, de 21k y está la Maratón de Santiago. Y entre todas éstas, surgió una distinta. No medida por cantidad de kilómetros, sino por horas. En la que no había que pagar la inscripción. En la que cualquiera podía participar, por la distancia que quisiera y cuándo quisiera. Era alrededor de la Moneda. Podías asistir cuando prefirieras siempre y cuando fuese dentro de las 1800 horas por la educación.


Me enteré por esta iniciativa por Facebook, alguien me invitó al "evento" y debo confesar que al principio no le presté mucha atención, fue como de esos avisos que ves y te dices a ti misma que lo verás mejor después. Hasta que un día pasé caminando frente a La Moneda. Era una noche de invierno, cerca de las 20.30 hrs y hacía mucho frío. Y vi a un chico, solo, pasar corriendo con una bandera negra. Entonces recordé el evento. Y entonces me pareció no solo admirable lo que estos jóvenes estaban haciendo, sino una forma original, sana y pacífica de manifestarse.

Las 1.800 horas por la educación no captaron solo mi atención. Han aparecido en prensa nacional y extranjera. Han impresionado a muchas personas, que se han mostrado admiradas de este deporte con propósito social, de la organización que ha habido de fondo y de la perseverancia de los corredores, que mantuvieron la bandera negra en movimiento sin parar por 1.800 horas, aunque lloviera, hiciera frío, fuera de noche, de día o de madrugada, aunque hubiesen disturbios y lacrimógenas en los alrededores, aunque no siempre fuese seguro y aunque no hayan contado con mucho apoyo al comienzo.

Orgullosamente puedo decir que corrí unas humildes 3 vueltas alrededor de La Moneda. Las 1.800 horas estaban por terminar, había mucha gente apoyando a los corredores y eran varios corriendo, considerablemente más de los que vi ése día en el que vi a un chico corriendo solo con la bandera negra. Cuando me acerqué al lugar y comencé a ver a los chicos corriendo y otros pidiendo monedas en la calle en apoyo a la actividad, y muchos otros en el puesto de hidratación, animando y atendiendo a los corredores, me emocioné. Hay algo en estas manifestaciones pacíficas y el apoyo que reciben que me parece hermoso. Para la gente que participa no es un sacrificio manifestarse pacíficamente por algo en lo que creen, es lo mínimo que pueden hacer. Y saber que hay gente que piensa así, me hace tener fe en el futuro de Chile.

Corrí y fui animada no solo por la gente del puesto de hidratación, que cantaban y gritaban "ánimo" y "otra (vuelta) más" a los corredores. La gente en la calle nos animaba, los conductores tocaban la bocina en apoyo, algunos nos preguntaban que cuándo terminaba la actividad. Ver tanto respaldo a lo que estábamos haciendo era una motivación extra. Te hacía sentir que podías cambiar el mundo y la perspectiva de la gente, una vuelta a La Moneda a la vez.

Las 1.800 horas terminaron el sábado 27 de agosto con la bandera negra pasando de mano en mano alrededor de La Moneda. Llegué justo a tiempo para sumarme al "mano a mano". Luego marchamos pacíficamente por Paseo Bulnes, en un agradable ambiente familiar, con batucadas, gente disfrazada y artistas callejeros, hasta llegar al Parque Almagro, donde se llevó a cabo un acto cultural. Hablaron algunas personas de la organización de las 1.800 horas y algunos participantes ilustres. Entre ellos los "tíos" del kiosko ubicado en Agustinas, frente a la Plaza de La Constitución, donde se encontraba el puesto de hidratación para los corredores. Ellos prestaron electricidad a los chicos de la organización, además de espacio y buena onda. Expresaron lo hermoso que fue para ellos ver cómo los chicos corrían y se manifestaban, "sin insultar a nadie y sin violencia", simplemente para defender sus convicciones, con la esperanza de crear un Chile mejor del cual ellos esperaban que sus nietos se pudieran beneficiar algún día. Hablaron con tanta emoción que resultaba contagioso.

También escuché la historia de cómo surgió la idea de las 1.800 horas. Un estudiante de teatro de la Universidad de Chile en una asamblea dijo "Tengo una idea, pero no la puedo hacer solo", y propuso correr 1.800 horas seguidas alrededor de La Moneda. No tuvo apoyo de la asamblea de estudiantes, así que decidió hacerlo solo de todos modos. Y comenzó a correr y a recibir apoyo y ahí finalmente pidieron permiso a la Intendencia para comenzar oficialmente el conteo de las 1.800 horas el 13 de junio, para concluirlo el sábado 27 de agosto. La bandera negra estuvo en movimiento constante entre esas fechas, día y noche. El sábado a las 14.30 horas dejó de dar vueltas alrededor del palacio presidencial. Sin embargo, el movimiento estudiantil sigue en marcha, con o sin corredores. Porque cambiar Chile también es una idea que nadie "puede hacer solo". Porque mientras los políticos se muestran reacios a moverse y cambiar, los estudiantes corren y sueñan en grande. Y está bien. Ya era hora de que alguien lo hiciera.



1800 horas corriendo por la educación pública y gratuita
La carrera y el reclamo

viernes, 26 de agosto de 2011

El Conflicto Estudiantil

Hay algo en lo que casi todos los chilenos, independiente de cuál sea nuestra tendencia política, creo que podemos estar de acuerdo: las cosas no andan bien en la educación. Y es así desde hace tiempo. Y algunos erróneamente creen que al mencionar esto, se trata solo de universidades, sin embargo el tema parte desde salas cuna hacia arriba.

Dependiendo de a quién le pregunten, serán distintas las cosas que señalarán que ellos creen que están mal o el por qué esas cosas no andan como deberían. Pero dudo que se pueda hallar a mucha gente que realmente crea que todo anda perfecto en materia educacional en el país.

Pueden estar en desacuerdo con las manifestaciones, o con la forma de manifestarse. Pueden sentir que el malestar está politizado, o incluso creer que los estudiantes están en paro porque son flojos y por eso prefieren estar sin estudiar. No importa. No conozco a muchas personas capaces de mirarme a la cara y decirme que todo está bien con la educación chilena, que todos pueden acceder a una educación de calidad si lo desean, que todo el mundo goza de la educación que se merece o que quisiera tener. Es que en muchos niveles distintos, desde la gente a la que oímos pronunciar mal algunas palabras en la calle -no por moda ni por modismos sino porque no tuvieron una educación que les haya permitido saber cómo se dicen bien ciertas cosas- hasta esa persona que entró a la universidad y debió retirarse por problemas económicos, vemos o sufrimos las desigualdades de la educación en el país.

Foto tomada por Carlos

Quizás el fin al lucro no solucione -al menos no por completo- el problema. Quizás una educación gratuita no sea la respuesta. Pero de que queremos un mayor acceso a una educación de calidad (ojo, desde el colegio, nuevamente no me refiero solo a la universidad), lo queremos.

Y esto se viene desde hace tiempo. Quizás las redes sociales han ayudado a extender más el movimiento, de maneras que antes no se podía, o se han ido sumando los malestares por otros temas nacionales, que han desembocado en esta gran sensación de que las cosas no están bien, así en general. Quizás las protestas de años anteriores -en las que yo misma participé- como en 2005 (principalmente universiataria y que pocos recuerdan) o el 2006 (principalmente secundaria y conocida como "Revolución Pingüina") eran una señal de lo que se venía. El malestar aumenta y se acumula al sentir que los políticos -del lado que sean- no dan respuesta a las demandas. Y la respuesta ni siquiera tiene que ser "sí" a todo lo que se exige, pero por último una explicación satisfactoria, un plan a más largo plazo, que, como Bárbara dijo, no nos hagan sentir como que están insultando nuestra inteligencia.

Por eso apoyo a los estudiantes. Porque algo está mal. Y la verdad, es que si queremos buscar culpables, como dice una película que me gusta mucho, solo tenemos que vernos al espejo. Por no haber exigido mejores políticos mostrando nuestro rechazo en las urnas por la decadencia de la política actual. Por no haber protestado más antes. Por siempre dejar que nos pasen a llevar sin reclamar, o sin reclamarle a quienes deberíamos reclamarles. Porque es tiempo de hacernos responsables por nuestros males y de actuar para cambiarlos. Es tiempo de reconocer que si las cosas están mal, es porque nosotros lo hemos permitido. Porque es tiempo de no permitirlo más.



"...but again truth be told, if you're looking for the guilty, you need only look into a mirror" - V for Vendetta.



PS: Mi visión sobre qué debería cambiar en la educación y los problemas que genera en la sociedad tener un acceso tan segregado a una educación de calidad, los dejo para otra entrada, quedaría muy larga ésta si los incluyera.


domingo, 24 de julio de 2011

El Imaginario del Miedo

Hace algunas semanas, recuerdo leer en Twitter a una amiga que vive en Nueva York, comentando que cuando viaja en metro en la ciudad estadounidense suele imaginarse que hay un atentado y se entretiene mirando a la gente e intentando adivinar quién podría ser el atacante. Quizás el tipo que menos lo esperas, quizás aquél de comportamiento errático, quizás esa señora con bolsas, con algún paquete peligroso oculto entre sus compras, quién sabe. Su comentario provocó mi entonces inocente respuesta, señalando que acá no nos imaginamos esas cosas, solo tratamos de adivinar quién podría intentar robarte algo o qué viejo degenerado se le tirará encima a alguna jovencita atractiva.

Qué lejos estaba de imaginar, en ese momento, que en nuestro propio metro de Santiago podría ocurrir un atentado, que alguien podría comenzar a disparar, sorprendiendo y conmocionando no solo a víctimas y testigos del ataque, sino a todo un país que se enteró de la terrible noticia. Y luego, tomas esa sensación y la multiplicas por 1.000.000 y tienes lo que deben sentir los noruegos, en un país reconocido por su estabilidad y tranquilidad, con una tragedia en la que murieron muchas más personas que acá, que ha impactado no solo a un país, sino al mundo entero.

Así me encontré a mí misma, una usuaria regular del metro, observando a la gente, intentando adivinar quien secretamente lleva a un posible atacante en su interior. Y luego intentando imaginar cuántas personas más estaban en ese momento pensando lo mismo que yo, o algo muy similar, que se podía adivinar en una leve inseguridad en la mirada de más de alguien al ver entrar a alguna persona de comportamiento extraño, al ver a un guardia extra en el andén. Así me encontré de pie, apretada por un montón de gente en una estación de la Línea 1 en hora punta, preguntándome cuántas personas encontraron sus pensamientos cotidianos interrumpidos por un imaginario que busca adivinar donde está el próximo tipo que sacará una pistola y comenzará a disparar.

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¿Quiere ver las noticias que dieron origen a esta reflexión? Revise acá:
Noruega llora a víctimas de atacante anti-Islam
Heridos de de tiroteo en Maipú continúan recuperándose

Inaugurando

Creo que llegó la hora de inaugurar este espacio, de volver a escribir. Hace tiempo que lo vengo pensando, mucho tiempo, y como de costumbre, es más lo que pienso en hacerlo que lo que realmente hago. Pero ya está, es hora de culminar los cambios que siento que he estado experimentando con acciones reales, y así inauguro este espacio, un espacio en el que espero recuperar mi amor por las letras en sus diversas formas, ese amor que me llevó a estudiar periodismo y que la misma Universidad y el trabajo parecieron matarme un poco. Pero no lo mataron, solo lo adormecieron. Y es tiempo de despertar.