domingo, 28 de agosto de 2011

1.800 Horas por la Educación

Hace algunos años que parece que el "running" o las corridas se pusieron de moda en Chile. Hay cada vez más, y ya sabemos que en primavera y otoño es temporada de corridas en Santiago, mientras que en el verano, éstas se trasladan a zonas playeras o regiones. He visto corridas por algunas causas -como el cáncer de mamás- o auspiciadas por diversas marcas o instituciones. Algunas son de 5k, de 10k, de 21k y está la Maratón de Santiago. Y entre todas éstas, surgió una distinta. No medida por cantidad de kilómetros, sino por horas. En la que no había que pagar la inscripción. En la que cualquiera podía participar, por la distancia que quisiera y cuándo quisiera. Era alrededor de la Moneda. Podías asistir cuando prefirieras siempre y cuando fuese dentro de las 1800 horas por la educación.


Me enteré por esta iniciativa por Facebook, alguien me invitó al "evento" y debo confesar que al principio no le presté mucha atención, fue como de esos avisos que ves y te dices a ti misma que lo verás mejor después. Hasta que un día pasé caminando frente a La Moneda. Era una noche de invierno, cerca de las 20.30 hrs y hacía mucho frío. Y vi a un chico, solo, pasar corriendo con una bandera negra. Entonces recordé el evento. Y entonces me pareció no solo admirable lo que estos jóvenes estaban haciendo, sino una forma original, sana y pacífica de manifestarse.

Las 1.800 horas por la educación no captaron solo mi atención. Han aparecido en prensa nacional y extranjera. Han impresionado a muchas personas, que se han mostrado admiradas de este deporte con propósito social, de la organización que ha habido de fondo y de la perseverancia de los corredores, que mantuvieron la bandera negra en movimiento sin parar por 1.800 horas, aunque lloviera, hiciera frío, fuera de noche, de día o de madrugada, aunque hubiesen disturbios y lacrimógenas en los alrededores, aunque no siempre fuese seguro y aunque no hayan contado con mucho apoyo al comienzo.

Orgullosamente puedo decir que corrí unas humildes 3 vueltas alrededor de La Moneda. Las 1.800 horas estaban por terminar, había mucha gente apoyando a los corredores y eran varios corriendo, considerablemente más de los que vi ése día en el que vi a un chico corriendo solo con la bandera negra. Cuando me acerqué al lugar y comencé a ver a los chicos corriendo y otros pidiendo monedas en la calle en apoyo a la actividad, y muchos otros en el puesto de hidratación, animando y atendiendo a los corredores, me emocioné. Hay algo en estas manifestaciones pacíficas y el apoyo que reciben que me parece hermoso. Para la gente que participa no es un sacrificio manifestarse pacíficamente por algo en lo que creen, es lo mínimo que pueden hacer. Y saber que hay gente que piensa así, me hace tener fe en el futuro de Chile.

Corrí y fui animada no solo por la gente del puesto de hidratación, que cantaban y gritaban "ánimo" y "otra (vuelta) más" a los corredores. La gente en la calle nos animaba, los conductores tocaban la bocina en apoyo, algunos nos preguntaban que cuándo terminaba la actividad. Ver tanto respaldo a lo que estábamos haciendo era una motivación extra. Te hacía sentir que podías cambiar el mundo y la perspectiva de la gente, una vuelta a La Moneda a la vez.

Las 1.800 horas terminaron el sábado 27 de agosto con la bandera negra pasando de mano en mano alrededor de La Moneda. Llegué justo a tiempo para sumarme al "mano a mano". Luego marchamos pacíficamente por Paseo Bulnes, en un agradable ambiente familiar, con batucadas, gente disfrazada y artistas callejeros, hasta llegar al Parque Almagro, donde se llevó a cabo un acto cultural. Hablaron algunas personas de la organización de las 1.800 horas y algunos participantes ilustres. Entre ellos los "tíos" del kiosko ubicado en Agustinas, frente a la Plaza de La Constitución, donde se encontraba el puesto de hidratación para los corredores. Ellos prestaron electricidad a los chicos de la organización, además de espacio y buena onda. Expresaron lo hermoso que fue para ellos ver cómo los chicos corrían y se manifestaban, "sin insultar a nadie y sin violencia", simplemente para defender sus convicciones, con la esperanza de crear un Chile mejor del cual ellos esperaban que sus nietos se pudieran beneficiar algún día. Hablaron con tanta emoción que resultaba contagioso.

También escuché la historia de cómo surgió la idea de las 1.800 horas. Un estudiante de teatro de la Universidad de Chile en una asamblea dijo "Tengo una idea, pero no la puedo hacer solo", y propuso correr 1.800 horas seguidas alrededor de La Moneda. No tuvo apoyo de la asamblea de estudiantes, así que decidió hacerlo solo de todos modos. Y comenzó a correr y a recibir apoyo y ahí finalmente pidieron permiso a la Intendencia para comenzar oficialmente el conteo de las 1.800 horas el 13 de junio, para concluirlo el sábado 27 de agosto. La bandera negra estuvo en movimiento constante entre esas fechas, día y noche. El sábado a las 14.30 horas dejó de dar vueltas alrededor del palacio presidencial. Sin embargo, el movimiento estudiantil sigue en marcha, con o sin corredores. Porque cambiar Chile también es una idea que nadie "puede hacer solo". Porque mientras los políticos se muestran reacios a moverse y cambiar, los estudiantes corren y sueñan en grande. Y está bien. Ya era hora de que alguien lo hiciera.



1800 horas corriendo por la educación pública y gratuita
La carrera y el reclamo

viernes, 26 de agosto de 2011

El Conflicto Estudiantil

Hay algo en lo que casi todos los chilenos, independiente de cuál sea nuestra tendencia política, creo que podemos estar de acuerdo: las cosas no andan bien en la educación. Y es así desde hace tiempo. Y algunos erróneamente creen que al mencionar esto, se trata solo de universidades, sin embargo el tema parte desde salas cuna hacia arriba.

Dependiendo de a quién le pregunten, serán distintas las cosas que señalarán que ellos creen que están mal o el por qué esas cosas no andan como deberían. Pero dudo que se pueda hallar a mucha gente que realmente crea que todo anda perfecto en materia educacional en el país.

Pueden estar en desacuerdo con las manifestaciones, o con la forma de manifestarse. Pueden sentir que el malestar está politizado, o incluso creer que los estudiantes están en paro porque son flojos y por eso prefieren estar sin estudiar. No importa. No conozco a muchas personas capaces de mirarme a la cara y decirme que todo está bien con la educación chilena, que todos pueden acceder a una educación de calidad si lo desean, que todo el mundo goza de la educación que se merece o que quisiera tener. Es que en muchos niveles distintos, desde la gente a la que oímos pronunciar mal algunas palabras en la calle -no por moda ni por modismos sino porque no tuvieron una educación que les haya permitido saber cómo se dicen bien ciertas cosas- hasta esa persona que entró a la universidad y debió retirarse por problemas económicos, vemos o sufrimos las desigualdades de la educación en el país.

Foto tomada por Carlos

Quizás el fin al lucro no solucione -al menos no por completo- el problema. Quizás una educación gratuita no sea la respuesta. Pero de que queremos un mayor acceso a una educación de calidad (ojo, desde el colegio, nuevamente no me refiero solo a la universidad), lo queremos.

Y esto se viene desde hace tiempo. Quizás las redes sociales han ayudado a extender más el movimiento, de maneras que antes no se podía, o se han ido sumando los malestares por otros temas nacionales, que han desembocado en esta gran sensación de que las cosas no están bien, así en general. Quizás las protestas de años anteriores -en las que yo misma participé- como en 2005 (principalmente universiataria y que pocos recuerdan) o el 2006 (principalmente secundaria y conocida como "Revolución Pingüina") eran una señal de lo que se venía. El malestar aumenta y se acumula al sentir que los políticos -del lado que sean- no dan respuesta a las demandas. Y la respuesta ni siquiera tiene que ser "sí" a todo lo que se exige, pero por último una explicación satisfactoria, un plan a más largo plazo, que, como Bárbara dijo, no nos hagan sentir como que están insultando nuestra inteligencia.

Por eso apoyo a los estudiantes. Porque algo está mal. Y la verdad, es que si queremos buscar culpables, como dice una película que me gusta mucho, solo tenemos que vernos al espejo. Por no haber exigido mejores políticos mostrando nuestro rechazo en las urnas por la decadencia de la política actual. Por no haber protestado más antes. Por siempre dejar que nos pasen a llevar sin reclamar, o sin reclamarle a quienes deberíamos reclamarles. Porque es tiempo de hacernos responsables por nuestros males y de actuar para cambiarlos. Es tiempo de reconocer que si las cosas están mal, es porque nosotros lo hemos permitido. Porque es tiempo de no permitirlo más.



"...but again truth be told, if you're looking for the guilty, you need only look into a mirror" - V for Vendetta.



PS: Mi visión sobre qué debería cambiar en la educación y los problemas que genera en la sociedad tener un acceso tan segregado a una educación de calidad, los dejo para otra entrada, quedaría muy larga ésta si los incluyera.