miércoles, 28 de diciembre de 2011

Confesiones de una Mujer Pechugona

Me impresiona la obsesión que muchas mujeres tienen hoy en día por tener los pechos más grandes. Lo puedo entender cuando la chica en cuestión es más plana que tabla de planchar, lo que debe ser tan complicado como tener demasiadas pechugas -finalmente, los extremos siempre generan problemas-, pero he visto a mujeres con una talla de sostén bastante razonable y acorde a su contextura y que aún así quieren agrandar su busto. A todas ellas les cuento, ser pechugona en este país no es fácil. Seguramente no lo es en ninguno, pero a mí me tocó vivir aquí, así que de eso pienso escribir.

De partida, caminar por la calle en verano es una tarea desafiante. Toooodoooo el muuuundoooo tiene alguna opinión sobre tus pechos, y simplemente TIENEN que decirla en voz alta. Si yo veo a un tipo horrible con cara de sapo, puede que piense "puta el weón feo" pero NO LO DIGO EN VOZ ALTA. ¿Por qué? Porque quizás lo que estoy pensando podría herir susceptibilidades. No entiendo por qué los hombres chilenos no son capaces de tener la misma deferencia conmigo. Supongo que creen que comentar las formas de mi cuerpo es algo divertido o que yo me deleitaré con esas joyas de ingenio y elogios que en muchas ocasiones un niño de octavo básico podría superar. Cualquiera que sea el caso, hay días en los que escuchas tantas cosas que, por lo bajo, cansa. Sí, claro, a veces andas de buenas y te ríes, pero si te pillan de malas bien puede ser la gota que rebalsa el vaso de un largo y difícil día. Recuerdo una vez que salí a la calle llorando -sí, llorando- después de una pelea familiar, y aún así me dijeron cosas -prueba de que nadie me estaba mirando la cara, precisamente-. Y contestarlas no vale la pena. El escenario en el que respondes algo desafiante e ingenioso y los tipos se quedan callados sin saber qué contestarte rara vez ocurre. Generalmente, tu desafío o tu parada de carros solo les da risa. Es que para entender que te hacen sentir mal deberían tener una empatía que, de tenerla, los habría llevado a evitar a hacer su comentario en primer lugar, entonces pierdes el tiempo y fijo que terminas más enojada. Mejor subir el volumen al mp3 o a la música en su celular (con audífonos, porfa) y seguir de largo.

Segundo, los extremos no son buenos. Eso todo el mundo lo dice. Existe un imaginario colectivo en el que una mujer pechugona es un imán de hombres. Bueno, si usted cree eso, lo corrijo, una mujer pechugona es un imán de calientes. Y como describí en el punto anterior, muchas veces no es agradable ni halagador -soy de las que consideran que un halago es que te digan que te ves linda, no que tienes las tremendas tetas-. Y luego, no falta ese tipo intelectual medio artístico que te resultó interesante y al que estabas haciéndole ojitos hasta que se mandó la frase en la que le dice a una mina medio anoréxica que a él no le gustan las minas con demasiada pechuga, que encuentra mucho más atractiva a una mina con menos. Y hasta ahí no más llegaste. Te encuentras mirándote tus propios pechos con cara de frustración y sintiéndote un poquito alienígena. Y no me digan que se trata de aceptarse a una misma y tener buena autoestima y celebrar el cuerpo que te tocó. Por más que me quiera a mí misma, cuando una blusa no me cierra por culpa de las boobies o me duelen los hombros porque el sostén dejó una pulenta marca roja en ellos después de un largo día, no hay amor propio que no me haga sentir que a la naturaleza se le pasó la mano conmigo. ¿Un poquito menos era tanto pedir?

Tercero, la ropa. Siempre miraré con envidia a las mujeres que pueden andar con la parte de arriba del bikini amarrada alrededor del cuello en vez de un sostén. Para serles honesta, yo ni siquiera en la playa me puedo dar el lujo de usar un bikini así. Es asesino para mi cuello y en menos de media hora el dolor será fatal. Con eso, olvídate de usar alguna vez cualquier prenda strapless. Existen los sostenes strapless pero simplemente no me quedan, se me ven las tetas a la altura de la cintura y es súper incómodo. ¿Y conocen el corte imperio? Son esas poleras o vestidos que tienen una línea divisoria justo debajo de las pechugas. Adivinen qué, nunca me queda donde debe quedar y considero que usarlos aunque no te queden donde deben, es simplemente un grave error estético. Ahhh, y las blusas demasiado sueltas tampoco se ven bien. Te ves del ancho de tus pechugas, y si tienes cintura -afortunadamente tengo- ésta se pierde y el resulltado es que te ves más gorda de lo que eres. Así que nada muy suelto, pero tampoco muy apretado a menos que quieras ser cuasi violada en la calle, y lo mismo pasa con el escote: no puede ser un cuello muy cerrado o las pecguhas se te ven demasiado abajo y se ve mal, de hecho, en ese sentido es mejor -irónicamente- usar un escote más pronunciado que en términos estéticos seguramente te beneficiará más, pero la idea tampoco es parecer puta. Finalmente, terminas balanceando una serie de factores y limitando terriblemente la ropa que vale la pena probarte en una tienda. Esto tiene su lado bueno, claro, con el tiempo conoces tu cuerpo y no pierdes el tiempo probándote cosas que sabes que no te quedarán bien. Pero siempre hay alguna vendedora que insiste en que te pruebes un sostén con el que sabes que será imposible correr para alcanzar la micro. Mejor ignorarlas a ellas.

Cuarto, casi nadie te mira a los ojos. Esto, tengo que confesar que me resulta relativamente divertido -no todo podía ser tan malo-. Es particularmente gracioso cuando alguien te está mirando el escote, digamos en el ascensor, y de pronto subes una bolsa que tienes en la mano, la pones a la altura de tu pecho, y le bloqueas la visual. Entonces, es muy probable que el tipo bruscamente mire hacia otro lado, y si te llega a mirar a la cara, le frunces el ceño con cara de "¿qué weá?" y seguro que se pone rojo como tomate y comienza a mirar el suelo. Si no lo ha hecho todavía, amiga pechugona, hágalo, le aseguro risas. Si no hay una bolsa cerca, también sirve la cartera, la mochila, o simplemente la mano. Sí, tápese el escote con la mano. Esto es más descarado, por ende seguramente obtendrá resultados más dramático.



Bueno, finalmente, para no sonar muy negativa, quiero indicar que un buen escote con la ropa correcta, es en mi opinión algo muy atractivo, y lucirlo como corresponde es un arte. Si usted que me lee también goza de atributos prominentes, hágame caso, dése el tiempo de buscar la polera o el vestido preciso a la hora de salir de compras, ése que la beneficia pero tampoco revela demasiado, y llévelo con orgullo. Si le hacen comentarios inadecuados, ignórelos, usted sabe que se ve regia, y si igual anda bajoneada, pregúntele a un macho de confianza que qué tal se le ven las tetas, y seguro que se gana por lo menos una expresión o un comentario chistoso que le logra sacar alguna sonrisa y le sube el ánimo. Si al final, nada es tan grave.