jueves, 14 de agosto de 2014

Coqueteando con el burlesque

A menudo leo descripciones de burlesque que se refieren a su origen en la parodia, la teatralidad y la burla a ciertos temas. Se habla de la antigua Grecia como origen. Otros ven esto como algo muy lejano y que poco tiene que ver con lo que se hace hoy en día, y citan más bien los espectáculos de cabaret y vaudeville más modernos. Sin embargo, como dice Jo Weldon en su libro "The Burlesque Handbook", la mayoría tenemos en nuestra mente una idea o algo que relacionamos con el burlesque antes de saber bien qué es.

Yo tenía una idea cercana al cabaret. Quizás algo cercano al musical/película Chicago. Pero en mi mente esto se mezclaba con imágenes del estilo Moulin Rouge y bailarinas con corsets, ligas y plumas. No tenía muy claro hasta dónde llegaba el desnudo o el tema de mostrar piel. Cuando consideré la idea de tomar clases de burlesque al ver que una amiga también tomaba, la idea de desnudarme -aunque al final igual siempre quedes al menos con calzones y pasties- me incomodó. Pero quería hacerlo y decidí atreverme igual. Quizás sólo podía aprender las coreografías sin sacarme sostenes al final. Hice una mini investigación que me llevó a varias presentaciones y videos en Youtube y vi que el nivel de desnudo variaba según l@s artistas*. Cada un@ ve cuánto quiere mostrar. Esto me pareció bien y algo que hizo más fácil mi decisión de tomar clases.

Tomé clases en Santiago. Mención especial a las dos hermosas profesoras que he tenido, Gabriela Aguilera y Alondra Machuca. Ellas me hicieron sentir muy cómoda con las clases y también sentí gran comodidad con los movimientos desde el primer momento. Claro que llevaba tanto tiempo sin tomar clases de danza de ningún tipo que me encontraba algo oxidada, al principio los movimientos parecía que costaba que salieran, mi propia conciencia sobre mi cuerpo se había debilitado -¡y para qué decir la musculatura! esto me impulsó finalmente a meterme también al gimnasio-. Pero me gustaba lo que estaba haciendo y me sentía contenta haciéndolo, como si mi cuerpo estuviese hecho para el burlesque. Sorprendentemente, la idea del desnudo comenzó a molestarme cada vez menos. Comprendí lo poderoso que puede ser ver a distintas mujeres de diversos contextos/edades/tipos de cuerpo desnudarse. Lo revolucionario que resulta una mujer empoderada -sorry por la palabrita, jaja- de su propio cuerpo y femineidad, que no lo hace por un otro sino por sí misma, que se siente hermosa pese a no caer en ningún canon de lo que hoy en día se considera belleza. Que una mujer muestre su sexualidad sin ser necesariamente joven, ni delgada, ni heterosexual, ni caucásica, y la lista sigue. En un mundo lleno de desnudos sin motivo aparente, en la publicidad, la televisión, el cine y al parecer en todas partes, ver desnudos con motivos. Motivaciones tan diversas como personas hay en el mundo. Motivaciones personales, políticas, artísticas, pero de alguna manera esas motivaciones, esas emociones traspasan el escenario y much@s artistas son capaces de trasmitirlas eficazmente mediante sus actuaciones. Lo que me lleva a una pregunta, ¿cuál es mi motivación?

Mi motivación inicial fue más bien artística. La expresión, claro, y una fascinación estética que siempre he tenido por los corsets, las ligas, los ligueros, los guantes, todo un glamour asociado al burlesque clásico. Tengo varias fascinaciones estéticas y, sin duda, el mundo del cabaret, que era lo que yo imaginaba como burlesque, era una de ellas. También esos movimientos del burlesque clásico, las ondulaciones y sensuales movimientos que muchas veces parecían evocar los movimientos de la danza oriental.

Luego descubrí el neo-burlesque y todo cambió. Vi en el burlesque el potencial de dar un mensaje, la estética me importó menos, las ideas que comenzaron a inundar mi mente no eran necesariamente atractivas desde un punto de vista estético, la narrativa comenzó a tomar fuerza y pude imaginar desde sátiras políticas hasta homenajes o reinterpretaciones de obras que me han marcado. Comencé a entender el burlesque como otra forma de expresar algo, de decir lo que pienso o siento, como una extensión de mi deseo por contar historias, todo tipo de historias.

De cómo terminé tomando clases en la Escuela de Burlesque de Nueva York

Mi fascinación por artistas que hoy en día desarrollan el neo burlesque llegó a su punto cúlmine al ver a algunas de mis ídolas actuar en Nueva York. Las performances de Dirty Martini, Julie Atlas y Bunny Buxom me inspiraron a nuevos niveles. La hermosa Jo Weldon estuvo de presentadora en los shows que fui, me sacó varias risas pero también me hizo pensar sobre las mujeres históricamente condenadas por la sociedad con el show en Coney Island. Tomé una clase con Willy Barrett que jamás olvidaré, ni tampoco a la hermosa persona que él es. Pude presentarme en el show de estudiantes en el Slipper Room pese a haber tomado sólo una clase del curso Flirting with Burlesque con Edie Nightcrawler, otra persona francamente encantadora. 

Me divertí mucho y me quedé con ganas de más, de sacarme más ropa, de actuar más, de absorber más de este maravilloso mundo lleno de plumas y glitter que se abría ante mis ojos. O acaso eran mis ojos los que se abrían a tantas cosas que no había notado antes, frases que repetía en la forma de consejos como clichés vacíos sin nunca encontrarles realmente el sentido. A dejar de querer cambiar mi cuerpo y amar lo que tengo. Entender que la verdadera confianza, el verdadero poder, esa presencia abrumadora que algunas artistas tienen en escena, sólo puede venir de adentro, de algo interno, no de afuera, no de nuestro exterior al cual siempre podemos encontrarle alguna pifia, algo qué cambiar. Que cuando tienes un mensaje poderoso qué entregar, algo potente qué expresar, no es necesario exagerar, todo fluye con naturalidad, todas las piezas del rompecabezas parecen encajar solas. Y hay un montón de cosas externas con las que nos obsesionamos que realmente no importan: ni tu edad, ni los kilos de más, ni si nunca fuiste la más bonita de la cuadra. La belleza que las artistas me transmitieron venía de un lugar más profundo, más interno, más potente. Sé lo horrorosamente cliché que suena todo esto. A mí me habría parecido cantinela repetida de haberlo escuchado hace un año. Pero ver a estas mujeres actuar allá es otra cosa, y te hace ver las cosas de otra manera.

Y para finalizar, me voy con una palabra muy repetida en el show al que fui el domingo, Church of Titillation con Jonny Porkpie y Jo Weldon: HOTDAMN!!!!


*Nota al pie: Habrán notado que intento no restringir el tema a mujeres al escribir este post. Eso es porque también hay hombres que desarrollan el burlesque y no son pocos. Si no me creen busquen "boylesque" o a algún crá consagrado como Tigger!

**Nota al pie 2: ¿Quiere ver burlesque bueno bonito y de calidad en Santiago de Chile? No se pierda los Babababuuuum! en Casadanza, a pasos del metro Ñuble. Son más o menos cada dos meses y en el próximo participará en una coreografía grupal su servidora.