Te despiertas y por unos momentos no te acuerdas de nada salvo que dormiste mal. Te levantas, te bañas, te peinas, tomas desayuno y comienzas las labores del día.
De pronto, sin previo aviso, alguien dice algo o quizás ves algo y lo recuerdas de golpe. Aquello que soñaste, el haber despertado angustiada en medio de la noche, sin terminar de distinguir lo onírico y lo real, el terror todavía invadiéndote, y sin embargo con un extraño alivio que crece a medida que gradualmente comprendes que solo fue un sueño, que nada era real. ¿O sí lo era?
Eso es lo que te persigue en la vigilia. La duda que te corroe. Cuánto del sueño era solo una pesadilla a la cual no debes prestarle demasiada atención, y cuánto es tu inconsciente intentando decirte algo. Qué temas siguen pendientes, a qué problemas aún no les has dado solución, que vuelven a acosarte en sueños, con esa pesadilla reiterativa que conoces tan bien y que, sin embargo, creías haber dejado atrás, como tantas otras cosas de ese equipaje de las que intentas deshacerte para hacerlo más liviano con el paso de los años y a veces sólo parece hacerse más pesado.
Hay que soltar, dejar atrás. Pero dejar atrás no es olvidar, solo seguir caminando, concentrándose en el presente, soltando las ataduras. Recordar, de vez en cuando, cuando lo amerite, pero saber que son solo recuerdos, ya no fantasmas que te persiguen ni cargas cuyo peso se acumula sobre tus hombros.
Y de pronto, el cansancio. Quizás solo porque no dormiste bien la noche anterior, o quizás por todos esos años intentando solucionar cosas, creyendo que por fin las estabas solucionando, que comenzabas a ver la luz, para que una sombra enorme aparezca en tu camino. Pero es solo eso, una sombra, una nube surcando el cielo de un día que por lo demás es mayoritariamente soleado. Pero la ves y te recuerda tantas tormentas anteriores, tormentas que preferirías olvidar. Pero dejar atrás no es olvidar. No hay que olvidar, solo seguir caminando.
Caminas, avanzas. La nube pasa, la sombra desaparece. Sabes que seguirá acechando. Que debes seguir trabajando en muchas cosas, esforzándote, tomando decisiones, generando cambios. Que hay cansancio, pero también una recompensa. Un sueño libre de pesadillas, o pesadillas que comienzan a convertirse en sueños ya no tan angustiantes, de los que no te despiertas gritando en el medio de la noche, de los que te despiertas y te das cuenta que esta vez el final fue diferente, mejor. Que el trabajo no es en vano, que ves la salida, y las nubes cada vez más lejos. Que las soltaste, las dejaste atrás, al igual que el mal sueño...
"If I look back, I'm lost" - Daenerys Targaryen, Game of Thrones.
De pronto, sin previo aviso, alguien dice algo o quizás ves algo y lo recuerdas de golpe. Aquello que soñaste, el haber despertado angustiada en medio de la noche, sin terminar de distinguir lo onírico y lo real, el terror todavía invadiéndote, y sin embargo con un extraño alivio que crece a medida que gradualmente comprendes que solo fue un sueño, que nada era real. ¿O sí lo era?
Eso es lo que te persigue en la vigilia. La duda que te corroe. Cuánto del sueño era solo una pesadilla a la cual no debes prestarle demasiada atención, y cuánto es tu inconsciente intentando decirte algo. Qué temas siguen pendientes, a qué problemas aún no les has dado solución, que vuelven a acosarte en sueños, con esa pesadilla reiterativa que conoces tan bien y que, sin embargo, creías haber dejado atrás, como tantas otras cosas de ese equipaje de las que intentas deshacerte para hacerlo más liviano con el paso de los años y a veces sólo parece hacerse más pesado.
Hay que soltar, dejar atrás. Pero dejar atrás no es olvidar, solo seguir caminando, concentrándose en el presente, soltando las ataduras. Recordar, de vez en cuando, cuando lo amerite, pero saber que son solo recuerdos, ya no fantasmas que te persiguen ni cargas cuyo peso se acumula sobre tus hombros.
Y de pronto, el cansancio. Quizás solo porque no dormiste bien la noche anterior, o quizás por todos esos años intentando solucionar cosas, creyendo que por fin las estabas solucionando, que comenzabas a ver la luz, para que una sombra enorme aparezca en tu camino. Pero es solo eso, una sombra, una nube surcando el cielo de un día que por lo demás es mayoritariamente soleado. Pero la ves y te recuerda tantas tormentas anteriores, tormentas que preferirías olvidar. Pero dejar atrás no es olvidar. No hay que olvidar, solo seguir caminando.
Caminas, avanzas. La nube pasa, la sombra desaparece. Sabes que seguirá acechando. Que debes seguir trabajando en muchas cosas, esforzándote, tomando decisiones, generando cambios. Que hay cansancio, pero también una recompensa. Un sueño libre de pesadillas, o pesadillas que comienzan a convertirse en sueños ya no tan angustiantes, de los que no te despiertas gritando en el medio de la noche, de los que te despiertas y te das cuenta que esta vez el final fue diferente, mejor. Que el trabajo no es en vano, que ves la salida, y las nubes cada vez más lejos. Que las soltaste, las dejaste atrás, al igual que el mal sueño...
"If I look back, I'm lost" - Daenerys Targaryen, Game of Thrones.